Bill Evans y las sesiones en el Village Vanguard

Radio Classica

Bill Evans y las sesiones en el Village Vanguard

Junto con Scott La Faro y Paul Motian realizó una nueva estética del trío de jazz, el domingo 25 de junio del año 1961.

Aquel domingo del 25 de junio de 1961, en cinco sesiones, Bill Evans, Scott La Faro y Paul Motian consolidaron una nueva estética del trío de jazz. En tal dimensión, que marcó un símbolo fundamental en la historia de esa música.

El hecho tuvo lugar en el mítico local sito en el 178 de la Séptima Avenida de Nueva York, que habilitó en 1935 el empresario Max Gordon (1903-1989 ).

El joven Peter Titelman, vecino de la misma arteria, fue testigo de esa nueva sonoridad gestada por Evans en el piano Steinway y la consideró “una rotunda demostración de generar un jazz de sincronizada precisión y profunda emotividad”.

Dichas sesiones – dos a la tarde y tres a la noche, que totalizaron una hora y media de audición- fueron editadas al año siguiente por el sello Riverside en dos discos, titulados “Sunday at the Villa Vanguard” y “Waltz for Debbie”.

Incluyeron los temas “Alice in wonderland”, My foolish heart ” , “All of you”, “My romance”, “Some other time”, “Solar”, “Gloria,s step”,, “My man is gone”, “Detour ahead”, Waltz for Debby”, “Porgy”, “Milestones” y “Jade Visions”.

Diez días después de aquel memorable domingo, Scott La Faro se mató con su automóvil en un tramo de la ruta 20, hacia el norte del estado neoyorquino. Tenía 25 años. Bill Evans y Paul Motian quedaron devastados por la noticia, lo que derivó en que volvieran al estudio de grabación dos años después, con Chuck Israels como contrabajista. Aunque el resultado musical nunca fue igual.

Su trío había modificado por completo el tratamiento de un tema en el jazz. Dejó de funcionar como un piano acompañado rítmicamente con el bajo y la batería, en el clásico compás del 4 por 4, para gestar una estrecha interrelación de los tres instrumentos, donde la creatividad siempre estaba apegada a la belleza melódica e imbuida de un swing inigualable.

Evans logró así un producto genuino, cuya homogeneidad no dejaba paso a la hibridez. Al respecto declaró que lo más importante fue cómo su estilo (que es la ruptura de la norma) permitió tocar de manera espontánea, distendida, siguiendo un patrón determinado de antemano.

Enriqueció así la melodía con un bagaje de recursos armónicos y rítmicos inusuales para la época y los proyectó con una fuerza emocional avasallante.

No resultó casual que poco después, pianistas de la talla de Herbie Hancock, Chick Corea, Keith Jarrett, Warren Bernhardt y Riche Beirach asimilaran facetas de su trío, a la vez imitado en todo el mundo. Rubén López Furst, fallecido en el 2000, cambió su estilo a lo Teddy Wilson para enrolarse también en el billevansiano.

Esa magnífica estructura del trío de Bill Evans la pudimos comprobar en Buenos Aires en junio de 1973, secundado por Eddie Gómez y Marty Morell, y en septiembre de 1979, por Marc Johnson y Joe La Barbera.

“Mi credo respecto del arte en general, es que debería enriquecer el alma, enseñar espiritualmente, exhibiendo una porción del artista que no se descubriría de otra forma”, sentenció.

Bill Evans murió el 15 de septiembre de 1980 en el hospital Monte Sinaí de Nueva York, a los 51 años, víctima de su adicción a las drogas.